17 dic 2007

Sólo sé que lo sé todo

Cada español sabe más que nadie de todo. Sé que puede parecer desconcertante y contradictorio desde un punto de vista científico -que todos tengan toda la razón todo el tiempo- pero no es menos desconcertante el Principio de incertidumbre de Heisenberg y no veo que los alemanes renieguen de sus teorías.

La prueba es que si le presentamos al más reputado cirujano internacional al vendedor de caliqueños de la esquina y arrancan a discutir sobre virus, bacterias o triglicéridos, el primero jamás sospechará que el segundo no es colega de la profesión. Ahora bien, el segundo pensará “este muchacho está verde”.
Sabemos lo que nos pasa y qué hacer cuando enfermamos, y si pasamos el día entero en la sala de espera de urgencias o en las colas de un ambulatorio, es sólo
para rebotar en voz alta ideas propias ya preconcebidas. No nos impresionan seis años de carrera, dos de prácticas y un puñado de libros leídos con prisa.
El español escucha a su cuerpo y su cuerpo le dice lo que necesita. Si dice casi siempre “antibióticos” no somos nadie para contradecirlo. Esto venimos a contarlo porque cuando dicen con preocupación que España es el segundo país de Europa en el consumo de antibióticos
después de Francia, no acabamos de entender el tono de crítica. ¿Dónde está el problema?

Si la crítica es porque nos han superado los franceses, aprovechamos estas líneas para mandar un mensaje al gobierno. Ya sacamos el 30% de los antibióticos sin receta, y lo nuestro nos cuesta estafar al farmacéutico o pedir favores a cuñados y primos. Aflojen la mano con las recetas y comprobarán como dejamos a Francia a la altura del betún.

Si la crítica, por otra parte, es por esa milonga de que el uso inadecuado e irresponsable de los antibióticos ha provocado la aparición de cepas bacterianas resistentes, decir que se equivocan. Si nos atacan enfermedades raras es claramente por nuestra proximidad a África. Y quien lo dude, que lea la primera frase.


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