19 dic 2007

¡Ojo con las ratas navideñas!


¡OJO AVIZOR! Hermanos imperiales, una encuesta acaba de poner de manifiesto que el 22% de vuestros compañeros de trabajo acude obligado a la cena de empresa y que un 9% de ellos va intentar poner una excusa para no acudir.

Si se hace patria en el puesto de trabajo, en la cena de navidad se hace Imperio. Nos ha costado décadas ascender lo que era un informal encuentro intermitente a la categoría de institución obligada para todas las sociedades mercantiles, delegaciones de la administración, clubes de fútbol amateur, cursos de idiomas… hasta para los toxicómanos de los suburbios.
Se rumorea que la NASA pidió un vídeo al CSIC español que resumiera nuestra peculiar idiosincrasia para enviarlo con una sonda al espacio, y que el CSIC les entregó una grabación de su última cena navideña. Porque en una cena de empresa tenemos todo lo que somos:

1) Es gratis. Paga siempre otro, sea empresa, nuestros impuestos, lo que sea, no importa.
2) Se bebe alcohol como si el mundo se acabara (ver punto 1), sobre todo aquellos para los que esta cena concentra toda su actividad social del año
3) Se cantan hermosas melodías y clásicos de la canción española de toda la vida (ver punto 2), es decir, hacemos audible el pequeño ruiseñor imperial y pudoroso que llevamos dentro.
4) Se ameniza la velada (ver punto 3) a todos aquellos ingenuos que, ignorantes de la sagrada tradición, reservaron mesa en el mismo restaurante. Este punto es especialmente importante para aquellos afortunados que por mandato divino fueron bendecidos con el genuino poder español de ser el centro de atención.
5) Se exteriorizan sentimientos hacia la autoridad y los camaradas del trabajo que de normal nuestra injustamente denostada personalidad mediterránea –hipócrita a la par que galante- nos impide expresar (ver punto 1,2 y 3).

Si todos comulgamos con la necesidad de mantener tamaña celebración, es nuestro deber patriota depurar del lugar de trabajo a esos elementos podridos de subversiva disconformidad que han manifestado en la encuesta su malestar por compartir cubierto con nosotros. No es fácil diferenciar quienes son, así que, repito, ¡OJO AVIZOR! Que no se os escape una risa a destiempo, una comisura de labio torcida o un entrecejo contraído.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo trabajo en una empresa del Imperio, vivo en el Imperio, pero soy musulmán chiitto-wajabi de descendencia maronita... y la navidad conflictua con el Ramadán.
Quisiera ir a vuestras celebraciones de Navidad, por aquello del punto 1) y por mis decendencias maronitas, pero no me lo permite el Imam.