2 nov 2007

La Trinidad


Hoy me ha sucedido un hecho digno de constituir un misterio gozoso y de llenarnos de satisfacción a los que sentimos España. He tenido la oportunidad de presenciar en las oficinas del INSS la conjunción temporal de tres derechos que por sí mismos describen nuestra innata e irrenunciable personalidad imperial. No son tres derechos, son tres pilares, una trinidad sagrada difícil de encontrar allende los Pirineos. Su ejercicio glorioso impidió que fuera atendido durante más de noventa minutos. Pero no importa. Yo y mis hermanos españoles esperamos de buen grado a que nos correspondiera el turno, conscientes de lo afortunados que eramos por poder sacrificarnos por esta tierra. A pesar de la interminable cola y el hacinamiento en las instalaciones era imposible encontrar ni un mínimo gesto de desaprobación, ni siquiera involuntario. Así de mágica fue la coincidencia de los tres derechos. El derecho a huelga -nos atendían los servicios mínimos- el derecho a puente -no olvidemos el festivo de ayer y que hoy es viernes- y el derecho al almuerzo. ¡Qué hermosa comunión de valores hispanos! Fueron todo alegrías, la verdad, que culminaron, hora y media después, con ese amable trato que caracteriza a nuestros empleados públicos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si tienen a bien sus mercedes escucharme (leerme), les relataría la procedencia de ese mal que convive con nosotros tanto tiempo y que, cómo no, tuvo su origen allende nuestras fronteras: “los funcionarios”. El francés, acérrimo enemigo de lo hispánico por lo envidiable que ha sido -y es- nuestra forma de ser y de existir, al intento de invadirnos y no poder -nunca logrolo, mas que mientan algunos- sí dejo en cambio quejosas formas de trabajar, la burocracia. Pero no nos engañemos, aun sembrado la maligna semilla de un procedimiento objetivo y alejado de nuestras costumbres, el español no se rinde, y siendo español tanto el que se encuentra a un lado como al otro del mostrador, no dejará de quejarse porque alguien pretenda ejercer un derecho, a no ser que quien lo pretenda ejercer sea él mismo, ni dejará de buscar la manera de saltarse la ajena fórmula de mantener un turno, ni dejará tampoco de pagar sus desdichas con el más débil: el que le atienda tras el mostrador.

Anónimo dijo...

los funcionarios, que sería del imperio sin esta bendita forma de conquista, gracias a ellos alcanzamos niveles de éxtasis a los que, en absoluto podriamos llegar si no fuera por esas largas horas de espera, nuestra mente y nuestra mirada fija en un punto, la ventanilla, inamovible, constante, permanente ..., estos servidores públicos que han acuñado y legado a la humanidad perlas del conocimiento universal, como esa máxima repetida constantemente,"vuelva usted mañana" que permite trascender ese estado tan próximo al goce espiritual expresado de forma excepcional por santos del Imperio como como Teresa,o Juan. Aupa los funcionarios.